domingo, 14 de febrero de 2016

El gavilán comúnBiología de la reproducción

El celo y la construcción del nido

Durante los meses de abril y mayo se da el celo del gavilán. En la literatura se describe que los gavilanes vuelan en persecuciones por encima del dosel arbóreo y pueden elevarse en círculos encima del territorio de nidificación, como también hacen los azores, Sin embargo yo he visto muy pocas veces este comportamiento. En su lugar, lo habitual es escuchar la voz bajita de los gavilanes que se persiguen dentro del bosque, sin poder verlos. De cuando en cuando asoma uno y vuelve a perderse entre el follaje.
El año pasado, abril de 2015, sin ir más lejos, yo estaba con Julio Ruiz controlando una pareja de alimoches en el Parque Natural de Urkiola. Estábamos a más de 2 km de distancia de la pared, observando desde el borde de un bosque. Mientras esperábamos comencé a escuchar un sonido lastimero repetitivo, muy bajito, apenas perceptible. Reconocí la llamada de celo del gavilán. El macho estaba en un pino llamando a la hembra que volaba en las cercanías. Nos aproximamos al pinar y no tardamos en encontrar las plataformas viejas de años anteriores y otra de nueva construcción. Así que nos salimos de allí rápidamente para dejarles seguir con los amores de primavera.
Durante este periodo comienzan a construir el nido, uno nuevo. Rara vez reutilizan uno. Todos los nidos que hemos localizado, menos dos, estaban pegados al tronco, Las dos excepciones estaban en una rama lateral. Los nidos son construidos con ramas que en la base son largas, pero que se van reduciendo a medida que se va formando la copa. El interior está forrado por ramitas pequeñas, pinocha o ramitas con hojas verdes. El tamaño medio de los 43 nidos que medimos era de 57,7 cm (desv. est. = 11,8 cm) y la altura de 24,5 cm (desv. est. = 10,3 cm). Así que, aunque no son muy grandes, si que son muy evidentes y se reconocen sin dificultad, pues no hay otra especie en el entorno que haga nidos de este tamaño.
Yo no puedo documentar el proceso de construcción del nido ni la puesta de los huevos dado que para hacerlo habría que estar muy cerca del nido, dentro del bosque, y mi ética no me permite suponer una molestia que pueda llevar a la pérdida de un nido. Así que me excuso de molestarlos. Por la misma razón, nunca he visto la cópula de los gavilanes, aunque si que los he oído en lo que a mi parecer era el momento de la misma. Siempre fuera de la vista.

Puesta, incubación y cuidado de los pollos

La puesta de los huevos tienen lugar entre primeros mayo y comienzos de junio, con grandes variaciones entre parejas. Como he dicho, nunca he estado monitorizando a los gavilanes en estas fechas dado que no puedo seguirles desde una distancia prudencial, así que me limito a poner unas notas que Ian Newton muestra ne su libro "The Sparrowhawk". Los gavilanes ponen entre 1 y 6 huevos, ocasionalmente pueden poner más. Como otras rapaces, los van poniendo de uno en uno, con diferencias de más de 1 día entre uno y otro. La hembra se echa a incubar cuando ya ha puesto el tercero o cuarto, aproximadamente. La incubación dura entre 31 y 35 días. En otras rapaces el macho suele tomar parte activa en la incubación, a pesar de no contar con placa incubatriz, pero en las rapaces forestales no está muy claro como funciona este proceso y aunque se ha documentado machos incubando en azores (Steve Redpath en el libro The Goshawk), Peter Dare, en el libro "The Life of Buzzards" cuenta que los ratoneros machos no relevan a las hembras cuando estás salen del nido a comer lo que ellos aportan.

Detalle de un huevo de gavilán. Cuando subimos al nido a anillar los pollos no es raro encontrar algún huevo que no llegó a eclosionar, como el de la foto. 


El nacimiento de los pollos es un proceso muy costoso. Desde que comienzan a picar el cascarón hasta que por fin quedan liberados puede pasar más de 24 horas. Dado que la hembra comenzó a incubar con la puesta del tercer o cuarto huevos, los primeros pollos nacen prácticamente a la vez, pero si la puesta es mayor, los últimos pollos van naciendo con retrasos de 1-2 días respecto a los anteriores. Al nacer, los pollitos tienen un bonito plumón blanco.

La hembra los incuba para darles calor y los atiende de forma muy tierna, alimentándolos con pequeñas picaditas de carne de las presas. En estos primeros días el macho aporta las presas peladas y la hembra las acaba de pelar del todo cerca del nido, comiéndose las partes que no va a dar a los pollos, como cabeza, patas, etc. Una vez en el nido, a medida que va dando picaditas a los pollos, ella va comiendo los trozos no adecuados o que los pollos no acaban de ingerir.

Los pollos de gavilán se desarrollan rápido. Las rémiges comienzan a salir hacia los 10-12 días y para los 18-20 días ya tienen el aspecto de los tres pollos de la foto. En este momento ya son capaces de termorregular por si mismos y no requieren que su madre los de calor para mantener la temperatura constante. Aún y todo, la hembra los protege del sol, la lluvia, el frío de la noche, etc.


Cuando los pollos tienen la edad en la que ya termorregulan procedemos a subir al nido para anillarlos y recoger los datos. En la foto se ve a Lander Astorkia en un nido. Los pollos se bajan al suelo para no correr riesgos y se anillan y miden con tranquilidad. Unos minutos después se devuelven al nido.


En esta foto Ainara Azkona está anillando un pollito.


Con 30-32 días los pollos machos ya están prácticamente emplumados pero aún les queda restos de plumón en la cabeza, espalda y muslos y todavía les tiene que acabar de crecer las plumas de las alas y cola. No obstante, estos jóvenes revoltosos comienzan a moverse por las ramas, desplazándose poco a poco por las ramas cercanas al nido. Las hembras, más grandes y pesadas, se desarrollan un poco más lentas, permaneciendo en el nido y viendo a sus hermanos explorando mundo. Unos días después ya vuelan. Así, lo normal es que para el 15-20 de julio ya estén los pollos rameros o volantones, con algunas diferencias para arriba o abajo. Ocasionalmente vimos alguna pareja que retrasaba las fechas hasta comienzos de agosto y otras que tenían los pollos volando para finales de junio.

Recuerdo mi primer nido de gavilán, cuando yo tenía 18 años, en un pinar de un pueblo de Burgos. Lo localicé con mis amigos Alex Ituarte y Joaquín Bicho. El nido estaba lleno de plumón y debajo, el suelo estaba cubierto de rayas blancas y restos de plumas. Teníamos tres días de un puente para estar allí y los dedicamos para observar escondidos desde el amanecer hasta el anochecer el comportamiento de los pollos volantones y sus padres aportándoles presas. En ese tiempo no me acordaba ni de comer. Los adultos, como he visto en muchas ocasiones posteriormente, aportan la presa al nido y los pollos acuden a él para recogerla. Tanto el macho como la hembra traen las presas sin pelar y las dejan allí, marchándose de inmediato antes de que los pollos les asalten. Al final del tercer día de aquella visita se declaró un fuego en unos trigales vecinos y las llamas amenazaban el bosque. Así que los tres nos unimos voluntarios para combatir el fuego. La gente se preguntaba por qué trabajábamos tanto y tan duro para evitar que el fuego alcanzase el pinar, mientras el resto evitaban que quemase las cosechas. Ni que decir tiene que el fuego no tocó el pinar.

En este caso, el fuego habría sido una causa de muerte de los pollos. Todos los años me acuerdo de esto cuando veo en las noticias que media España arde y me pregunto cuantos gavilanes y otras especies están perdiendo la vida. En los años que realizamos el seguimiento, de 61 nidos que comenzaron la reproducción constatamos la pérdida del 44,26%. En siete casos fue debido a la depredación por parte de azores, en cinco casos fue debido a fuertes granizadas o chaparrones que mataron a los pollos, en otros cinco casos el nido fue talado mientras se realizaba la matarrasa del pinar y en el resto de los casos no pudimos saber la causa.

La productividad de los gavilanes vizcaínos es muy baja comparándolo con otras trabajos. Así, por pareja que realiza la puesta sale adelante una media de 1,57 pollos (desv. est. = 1,71, de 61 nidos), mientras que son 2,82 pollos (desv. est. = 1,29, de 34 nidos) si contabilizamos las parejas con éxito. Tan sólo una vez nos encontramos un nido con 6 pollos grandes. 


Tras volar, los pollos permanecen en el territorio natal durante varias semanas más, alejándose paulatinamente a medida que acaban de cazar. En las primeras semanas se les escucha piar insistentemente solicitando comida a los padres. Cuando aparece uno de ellos se da una persecución de toda la prole por el bosque, hasta que uno consigue la presa. Poquito a poquito van intentando cazar y a media que lo consiguen pueden pasar más tiempo fuera del entrono materno, regresando en caso de pasar hambre. 


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