sábado, 5 de octubre de 2013

BUITRE LEONADO: REPRODUCCIÓN

Los buitres leonados comienzan el celo y los preparativos del nido en invierno, en noviembre e incluso antes. No obstante, su inversión en cuanto al esfuerzo y el tiempo, se hace patente en diciembre y enero, cuando ambos adultos permanecen juntos durante casi todo el día, intercambiándose caricias, volando juntos, copulando y aportando material al nido.
En este perido los buitres pueden pasar largas horas en la pared, junto al nido, sin comer. Se entiende que es un compromiso entre la ingesta de energía y los problemas derivados de dejar sólo el nido y la pareja. Cuanto más tiempo cerca del nido, menos problemas de robos de material, o del propio nido, y reducen las probabilidades de cópulas extraparentales. Además, se afirman los lazos de pareja que serán de gran utilidad para los meses venideros.
A finales de diciembre ya se pueden ver algunos nidos con huevo, los menos, aumentando en enero y sobre todo en febrero. Los más tardíos pueden esperarse hasta primeros de marzo.
Nosotros valoramos el esfuerzo de muestreo y las posibilidades de localizar el máximo número de parejas echadas, de forma que comenzamos el seguimiento sistemático de los nidos en febrero. Lo que no quita para que en enero comencemos a revisar algunas parejas.
Normalmente nos colocamos a una distanica prudencial, a veces a más de 1 km, y con el telescopio revisamos todas las paredes de arriba a abajo. Permanecemos varias horas delante de cada pared de forma que podamos ver recambios de pareja (el macho o la hembra sustituyen al que estaba echado para compartir las labores de incubación) en aquellos nidos fuera del alcance de nuestra vista.
En la siguiente foto se muestra una de las paredes con varios nidos de buitre leonado. La foto esta sacada desde uno de los puntos desde el que revisamos los nidos.
 
 
Una vez detectados los nidos, se apuntan en ortofotos en las que tenemos identificados los nidos de años anteriores con un código relacionado con la base de datos y con las capas shp del GIS. Posteriormente, delante del ordenador, se pone al día todos los registros de forma sistemática.
En abril y mayo regresamos a revisar todos los nidos para ver los que siguen adelante, así como constatar algunas puestas tardías.
En junio realizamos el anillamiento de los pollos de algunos de los nidos, cuando los pollos ya están emplumados, termorregulan perfectamente, pero las plumas de vuelo aún tienen que crecer más de 10 cm.
En la foto se observa un pollo de buitre anillado en junio en el Parque Natural de Urkiola. Este pollo aún no tiene fuerza suficiente como para saltar, ni mucho menos capacidad para volar. Por lo que es el momento ideal para anillarlos sin correr ningún riesgo, salvo algún intento de picotazo (aunque aún no tienen fuerzo en el pico)
 

Como se puede contemplar en la siguiente foto, el manejo de los pollos no resulta, para nada, complicado.


 
Entre junio y julio realizamos el último repaso a todos los nidos, para ver cuales tienen el pollo grande, listo para volar, y por tanto, han tenido éxito en la reproducción. En este periodo se observa a los pollos totalmente emplumados, con su pico y ojos negros y el cuello blanco, haciendo ejercicios de vuelo.
Durante las primeras semanas de julio ya hay algún pollo adelantado que ha saltado del nido, pero lo normal es que comiencen a mediados de julio, y vayan saltando poco a poco y uniéndose a los bandos en busca de alimento.
Durante los primeros días se pueden ver grupitos de jóvenes posados en rocas y volando juntos, preparándose para lo que va a ser su gran periplo (Esto lo presentaré en una próxima entrada).
 
En la siguiente figura se muestan los datos de éxito reproductor de los buitres leonados en Bizkaia en los últimos años. Por un lado se muestran los nidos monitorizados con respecto al número de parejas que incian la reproducción. Hasta 2008 no seguíamos todos los nidos de Bizkaia, pero a partir de esa fecha aplicamos el protocolo descrito a absolutamente todos los nidos d ebuitre leonado de Bizkaia, de ahí que coincidan los círculos rojos con los triángulos azules. Por otro lado se muestra, en barras grises, el éxito reprodcutor, medido como el número de pollos que vuelan con respecto al número de parejas que inicia la reproducción.

 
 
Los resultados son bastante elocuentes. Si tomamos como referencia los datos a partir del año 2005, vemos que el éxito reproductor estaba en torno a 0,5-0,6 pollos/pareja que inicia, En 2007, como consecuencia de las medidas aplicadas para paliar el problema de las "vacas locas", el éxito se redujo considerablemente. Posteriormente fue recuperándose en torno a los niveles habituales, condicinados por factores climáticos, además de los alti-bajos en la disponibilidad de alimento.
Así, en 2012 y 2013 se han obtenido valores de 0,44 y 0,46 pollos/pareja que inicia, respectivamente. Estos valores por debajo de lo "habitual" estuvieron condicionados por las abundantes lluvias de invierno y primavera. De hecho, en estos dos últimos años hemos batido varios récords de cantidad de lluvia caída, lo que causó la pérdida de muchos, o casi todos, los nidos expuestos, y la muerte por debilitamiento y enfermedad de pollos de nidos no expuestos. Evidentemente, durante los interminables días de lluvia intensa, los adultos no pueden alimentarse, no pueden cebar a los pollos pequeños y, unido al frío y a la humedad relativa, tanto adultos como pollos se van debilitando, incrementándose las probabilidades de sufrir enfermedades por inmunodepresión. Estas enfermedades, como un mero resfriado, son las últimas causantes de la muerte de los pollos, si el hambre no lo ha hecho antes.
Aún con todo, casi la mitad de las parejas son capaces de superar las adeversidades y sacar adelante su pollo.
 



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